miércoles, 2 de mayo de 2012

LA GRIETA ES BELLA

Miles de turistas visitan la ciudad para comprobar los efectos de los terremotos y sacar fotos a las ruinas.

La desdicha es fotogénica. Morbo o imán, llámese como quiera, lo cierto es que un porrón de turistas, españoles o guiris, que han pasado por Lorca el último año lo han hecho engolosinados por las grietas de la catástrofe. «Sí, hay muchos que preguntan por el barrio de La Viña, la 'zona cero'», dice María Jesús Ladevesa, de Lorca, Taller del Tiempo. Y aclara: «Pero no es morbo, es solidaridad». El barrio de La Viña es el más devastado, el que más cisco hizo el terremoto. Hay muchas paredes apuntaladas y muchas grietas que culebrean pared arriba y muchos solares que antes eran casas y han vuelto a ser solares. Y echando un vistazo, una pareja de franceses a la que se cala al vuelo, y no por la gorra, las chanclas o los calcetines blancos, que no los llevan, sino por la cámara réflex. «'Excusez-moi'», les digo y salen despavoridos: «'Au revoir', 'au revoir'», dicen. Está claro, el morbo existe, aunque da corte que se note. Pero existe.
No hay más turistas esta mañana en La Viña, pero solo el último año pasaron por Lorca más de 25.000. «Muchos piden ver fotos de los edificios antes de los terremotos para compararlos con su estado actual», dice María Jesús Quiñonero, responsable de la Oficina de Turismo. «Sea morbo o no, es lo mismo. A nosotros nos viene bien por solidaridad».
Tantos acuden que se ha creado una ruta específica: 'Lorca abierta por restauración'. Arranca con un vídeo en la Oficina de Turismo donde se ve la ciudad sin estragar, antes de los seísmos, para luego dar un paseo por la iglesia de Santiago, la plaza de España, la colegiata de San Patricio y el Ayuntamiento. «Quieren saberlo todo. Durante el recorrido se quedan asombrados con el estado de algunos edificios y las fachadas sin nada detrás», dice Ladevesa.
Es una ruta con fecha de caducidad. Se puso en marcha en verano y fue un éxito desde el principio, pero cuando Lorca esté rehabilitada perderá su razón de ser. «Llegará un momento en que no se haga. No tendrá sentido», dice la guía de Lorca, Taller del Tiempo.
El turismo de catástrofes es pudoroso, después de todo. «Muchos preguntan por La Viña, pero lo hacen con extrema delicadeza, como para no ofender», sigue diciendo Ladevesa. Vamos, por no incordiar. «Nosotros no vamos allí, porque nos parece una falta de consideración ir a visitar una zona donde hay tantas familias que lo están pasando mal».
Esta misma mañana una pareja de franceses ha pasado por la Oficina de Turismo, cuenta. Quizá es la misma que luego estaba en La Viña. O quizá no, pero es indudable que el turismo de catástrofes existe y deja pelas. Llámelo solidaridad, llámelo morbo, llámelo equis. «Pero que sigan viniendo. Los necesitamos», dice Quiñonero.

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